Los tomates están floreciendo, pero no tienen ovarios: ¿qué hacer?

Los tomates suelen dar muchos quebraderos de cabeza a los jardineros. Estas plantas, originarias de climas cálidos, requieren cuidados especiales, pero los resultados no siempre son los esperados. A veces, las plántulas son fuertes, se trasplantan a tiempo, los tomates crecen frondosos y florecen espléndidamente, pero luego no dan fruto, y ahí se acaba todo. ¿Por qué no dan fruto los tomates y qué se puede hacer en estos casos? Primero, hay que entender por qué ocurre esto.

Razones

Podría haber muchas razones. Por ejemplo, los tomates son muy sensibles a la temperatura. La temperatura ideal para ellos debería estar entre 20 y 25 grados sobre cero.

Control de temperatura en un invernadero de tomates

Pero el clima puede depararnos sorpresas en cualquier momento. Si la temperatura nocturna baja de los 15 grados Celsius, la producción de polen se detendrá y todos los procesos vegetativos se ralentizarán. A las plantas tampoco les gustan las temperaturas excesivamente altas; si superan los 35 grados Celsius, no habrá cosecha, ya que estas temperaturas esterilizan los tomates. Para minimizar esta posibilidad, elija variedades adecuadas para la región, que toleren las fluctuaciones de temperatura y produzcan una buena cosecha. Y, por supuesto, no se apresure a plantar: el polen se forma por la noche, así que planifique la siembra para que la temperatura nocturna no baje de los 15 grados Celsius cuando florezcan.

Es más fácil controlar la temperatura en un invernadero; si es necesario, se puede proporcionar calefacción, pero lo principal es no excederse. Si el invernadero es cálido y húmedo, existe el riesgo de que el polen se aglutine, forme bolas y no se produzca la fertilización. Una ventilación oportuna solucionará el problema.

Si la tierra no está lo suficientemente húmeda, las flores se secarán y se caerán. Esta es otra razón común por la que las tomateras no dan fruto. Los expertos recomiendan un nivel de humedad del suelo de al menos el 70%, pero eso no significa que necesites comprar un medidor de humedad; simplemente necesitas controlar cuidadosamente el estado de la tierra y de las plantas.

Al cultivar tomates, no permita que la tierra se seque.

Los tomates necesitan mucha humedad, por lo que es importante evitar que la tierra se seque, regando según sea necesario y solo cuando la capa superior del suelo comience a secarse. El estado de las plántulas le indicará al jardinero atento si están recibiendo suficiente agua. Si las plantas están vigorosas y verdes, sin marchitarse, secarse ni ponerse amarillas, entonces todo está bien. Sin embargo, cuando las hojas se marchitan, se secan y se caen, son las primeras señales de falta de humedad. Con este tipo de cuidados, las flores no se formarán o se caerán sin dar fruto.

Incluso cuando el suelo, la humedad y la temperatura son normales, y las plantas, fuertes y sanas, florecen abundantemente, a veces la falta de frutos se debe a la ausencia de insectos y viento. En estos casos, basta con estimular la dispersión del polen mecánicamente, por ejemplo, sacudiendo las ramas. Esto es especialmente común al cultivar tomates en invernaderos. A veces, la densidad excesiva de las plantas puede impedir la fructificación, por lo que conviene evitar plantarlas muy juntas y podar los brotes laterales con prontitud. Los tomates deben cultivarse de manera que todas las ramas tengan acceso a la luz y al aire.

Polinización de tomates en invernadero con un pincel

Curiosamente, a veces surgen problemas con la fructificación cuando las plántulas se cultivan a partir de sus propias semillas. Esto se debe a que las semillas no se tratan para prevenir posibles infecciones. Esta es la forma en que la naturaleza se protege: si las semillas provienen de una planta que ha estado expuesta a una enfermedad, rara vez producen frutos.

Otra causa común de la falta de cuajado de frutos es la fertilización inadecuada del suelo. Los tomates son muy exigentes en nutrientes y absorben prácticamente todos los que pueden obtener del suelo. Deben cultivarse en un suelo rico y fértil, pero recuerde: tanto la falta como el exceso de fertilizante pueden provocar la caída de las flores o simplemente impedir el cuajado de los frutos.

Qué dar de comer

Para el cultivo de tomates, se utilizan ampliamente fertilizantes de eficacia comprobada como "Agricola", "Zavyaz", "Kamerton" y "Kemira". Antes de aplicarlos, conviene leer atentamente las instrucciones para evitar una dosificación incorrecta. Los fertilizantes deben estar bien equilibrados.

Aplicación de fertilizantes minerales al suelo

Si una planta recibe demasiado nitrógeno, luce espléndida, de un verde brillante, y desarrolla follaje con rapidez y vigor. Las flores también son hermosas, con sépalos vibrantes, pero el cono de estambres no se desarrolla correctamente, por lo que el ovario no se forma.

Si hay falta de nitrógeno, la planta se ve débil y aletargada, sus ramas son delgadas y los penachos están poco desarrollados.

El nitrógeno es esencial desde el inicio del ciclo de cultivo, y luego, a medida que se forman los frutos, la planta necesita más potasio y fósforo. Sin estos nutrientes, el crecimiento de los frutos será lento y las semillas débiles, lo que dificultará la obtención de una buena cosecha.

Normalmente, entre dos y tres semanas después de plantar los plantones en el jardín, se realiza el primer abonado. Una fórmula muy eficaz es un fertilizante complejo y equilibrado que contenga nitrógeno, fósforo y potasio en las proporciones adecuadas. Se esparce en seco bajo las plantas para que una cierta cantidad de nutrientes llegue a las raíces con cada riego. En suelos pobres, este abonado se repite un par de veces más, pero solo si es necesario; de lo contrario, un exceso de nutrientes puede provocar la pérdida de la cosecha.

Fertilización de los canteros con ceniza

Si, por algún motivo, un jardinero no utiliza fertilizantes minerales complejos comerciales, fertiliza sus tomates con una infusión de gordolobo diluida 1:6. A un cubo de esta solución, se le añaden de 10 a 15 gramos de sulfato de potasio y la misma cantidad de superfosfato doble. Algunos fertilizan con ceniza de madera.

Durante la floración, es beneficioso regar los tomates con una infusión o decocción de bardana, ortiga y diente de león. También resulta útil rociarlos con decocciones e infusiones de malezas, hierba cortada y soluciones de ácido bórico. Estas pulverizaciones se repiten varias veces, con intervalos de 5 a 7 días, cuando los tomates comienzan a florecer. El ácido bórico puede proteger las plantas de muchas enfermedades, aumentar la producción de frutos e incluso mejorar su sabor, ya que se vuelven más dulces después de estas pulverizaciones. Mezclar 9 litros de agua con 1 litro de suero de leche, añadir 20 gotas de yodo y luego pulverizar las plantas con esta mezcla debería aumentar la cosecha.

Matices de la alimentación

La fertilización foliar debe realizarse en un día nublado, cuando el sol no queme las hojas, o al atardecer, cuando ya no haya luz solar directa. Lo ideal es que no haya llovido durante un par de días, para que las hojas y los tallos puedan absorber todos los nutrientes. La fertilización foliar debe hacerse con mucho cuidado; la concentración no debe ser demasiado alta para evitar quemar las hojas.

Los tomates se están marchitando y los ovarios no se están desarrollando.

Existen remedios caseros muy eficaces, como las cáscaras de huevo, que aportan calcio a las plantas. Se vierten cáscaras de huevo trituradas (preferiblemente de huevos crudos) en agua; tras dos semanas, la aparición de un olor fuerte indica que el abono está listo. Se diluye con tres partes de agua y se riegan los tomates directamente en la base.

La levadura aporta a las plantas muchos nutrientes esenciales. Para preparar fertilizante, mézclala con azúcar y añade agua. Una solución de gallinaza también es buena para regar los tomates. El estiércol de vaca se puede esparcir entre las plantas; con cada lluvia o riego se liberará una dosis de fertilizante en el suelo, pero su olor no atraerá a las abejas. Este método sigue siendo mejor que verter una solución muy concentrada directamente bajo las raíces.

En general, es mejor verter fertilizantes concentrados o simplemente fuertes entre los arbustos, y no directamente debajo de ellos, para no dañar las raíces sensibles.

Vídeo: "Fertilizantes para una abundante cosecha de tomates"

Este vídeo te mostrará dos tipos de fertilizante que debes aplicar para asegurar una cosecha abundante de tus tomates.

 

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