Cómo fertilizar los tomates después de plantarlos en la tierra: opciones
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¿Cuándo y qué dar de comer?
Por muy fértil que sea el suelo, el cultivo frecuente de diferentes cosechas lo agota considerablemente. En consecuencia, las cosechas disminuyen significativamente. La fertilidad se puede recuperar fertilizando el suelo regularmente. Algunas hortalizas, como los pimientos, no requieren mucho fertilizante. Los tomates, en cambio, necesitan una fertilización adicional considerable.
Todo jardinero sabe que los tomates, durante el período de maduración, absorben una gran cantidad de minerales del suelo en el que crecen. Estos minerales proporcionan la base para el desarrollo de la masa vegetativa, la base de la cosecha.
Abona la tierra antes de plantar los tomates. Para ello, utiliza humus o diversos minerales. Es fundamental abonar ahora; si no lo haces, tendrás que hacerlo a medida que los tomates crezcan.
Inicialmente, la hortaliza necesita fertilizarse con nitrógeno. Sin embargo, es importante recordar que es preferible quedarse corto en la fertilización que excederse. Lo ideal es fertilizar la planta con las cantidades necesarias a medida que crece después de la siembra.
Tras esta fertilización, el siguiente tratamiento es necesario cuando los tomates empiezan a florecer, momento en el que requieren potasio y fósforo. El periodo de fertilización se determina fácilmente por el aspecto de los tomates: su crecimiento se ralentiza, las hojas se enrollan y cambian de color.
Durante su ciclo de vida, la planta necesita ser fertilizada aproximadamente cuatro veces. La primera fertilización debe realizarse dos semanas después de plantar las plántulas en tierra. Durante este periodo, la fertilización favorece el crecimiento de la planta y las raíces.
Tras esta primera fertilización, la siguiente se aplica 14 días después, y la tercera, foliar, se realiza tras la floración o el cuajado del fruto. Las plantas se fertilizan por última vez durante la época de cosecha.
Hoy en día, existe una amplia variedad de fertilizantes disponibles para su uso en las diferentes etapas del desarrollo de las hortalizas. Para los tomates, son adecuados los fertilizantes minerales y orgánicos, aplicados bajo las raíces y mediante aplicación foliar.
Fertilice los tomates únicamente en la zona donde crecen. No se recomienda fertilizar la planta directamente, ya que esto puede provocar la pudrición de la raíz y reducir la producción.
Alimentación radicular
Los tomates se suelen fertilizar con materia orgánica que contiene micronutrientes, los cuales favorecen su crecimiento y fructificación. El estiércol es un fertilizante natural, pero no debe usarse crudo. Esta opción es eficaz porque el estiércol de ganado alimentado con heno contiene una gran cantidad de minerales y nutrientes.
El estiércol de ave, rico en nitrógeno, es un buen fertilizante. El estiércol de gallina no se usa mucho para los tomates porque tiene un olor desagradable, contiene huevos de gusanos y semillas parásitas. Hoy en día, se recomienda a los jardineros usar estiércol de gallina seco para fertilizar la tierra. Este material se seca a altas temperaturas, lo que ayuda a conservar los nutrientes y elimina el mal olor.
Puedes aportar nitrógeno a los tomates usando leguminosas. Simplemente siembra las leguminosas en la tierra donde planeas plantar los tomates. Las leguminosas son excelentes fertilizantes nitrogenados y su extenso sistema radicular es ideal para aflojar la tierra.
El abono verde (infusiones de hierbas) es un método de fertilización común y eficaz. Preparar estas soluciones es sencillo. La clave está en las hierbas que se utilizan como materia prima. Se puede usar ortiga. Pícala y colócala en un recipiente con agua. Deja que la mezcla fermente, removiéndola a diario.
Si aparece un olor desagradable, simplemente añada unas gotas de valeriana para neutralizarlo. Si la solución se ha aclarado tras 14 días de fermentación, está lista para usar. Es importante tener en cuenta que, antes de usarla, esta solución debe diluirse con un cubo de agua (en proporción 1:10). Fertilice los tomates con esta mezcla en la base.
También puedes abonar las plantas con gordolobo, preparando una infusión con medio litro de fertilizante por cada cubo de agua. Esta solución es rica en nitrógeno y fósforo. Riega cada planta directamente en la raíz con la mezcla preparada.
Alimentación foliar
Los fertilizantes minerales se utilizan en diversas etapas. Los más comunes contienen potasio, fósforo y nitrógeno.
Los fertilizantes fosfatados se componen de fosfato y superfosfato con la adición de otros elementos: calcio, azufre, nitrógeno.
Los fertilizantes potásicos se utilizan durante la maduración de la fruta para mejorar su sabor. La ceniza de este grupo es fácilmente soluble en agua y se absorbe con facilidad en el suelo. La ceniza de pino y de abedul es la más eficaz (contiene el 40 % del mineral).
La fertilización nitrogenada de los tomates debe realizarse con extrema precaución, ya que cantidades excesivas pueden volver tóxico el suelo. Esto puede provocar un crecimiento demasiado rápido del cultivo, causando que el fruto se agriete, cambie de forma y de sabor.
Si se fertilizan las plantas con nitrógeno en dosis medidas, este mineral tendrá un efecto positivo en el cultivo, favoreciendo su crecimiento y desarrollo normales. Entre los fertilizantes de este tipo se incluyen la urea, el nitrato de calcio y el nitrato de potasio.
La fertilización de los tomates con urea debe realizarse con moderación (normalmente medio litro por planta).
Para mejorar el efecto de la fertilización, conviene utilizar una fertilización compleja (una combinación de fertilizantes minerales y orgánicos).
Fertilizante complejo para tomates
Esta compleja solución contiene una gran cantidad de nutrientes y minerales beneficiosos que tienen un efecto positivo en los tomates. Una opción para preparar este fertilizante incluye ortigas y dientes de león.
No es necesario seguir proporciones específicas. Simplemente llene un tercio de un barril (200 litros) con el fertilizante y añada el estiércol a la mezcla. Luego, llénelo con agua, cúbralo con film transparente y déjelo reposar durante 10 días. Después, retire la capa superior de la solución y vierta "Humate +7". Tras completar estos pasos, diluya la mezcla en una proporción de un litro por diez. Utilice 3,5 litros del fertilizante resultante por planta.
Los jardineros suelen usar yodo como fertilizante, ya que acelera la formación de frutos, los agranda y desinfecta el suelo. La solución se prepara con cuatro gotas de yodo por cada cubo de agua. Se deben verter dos litros de la solución sobre cada planta. También se puede usar leche o suero de leche con yodo. Un litro de la mezcla preparada es suficiente para cada planta.
Vídeo: "Primera fertilización de los tomates después de la siembra"
El autor del vídeo explica cómo y en qué condiciones abonar los tomates después de plantarlos en la tierra.
Guía para una fertilización adecuada
Los tomates son una hortaliza delicada, por lo que requieren un abono adecuado. Cualquier error puede reducir la cantidad o la calidad de la cosecha. Por lo tanto, la preparación del abono requiere especial atención.
En primer lugar, al fertilizar plántulas o plantas maduras, evite que el fertilizante entre en contacto con las hojas, flores o frutos de la hortaliza. Solo debe aplicarse al suelo que rodea la planta.
El cultivo debe fertilizarse en las proporciones correctas. Cualquier exceso puede provocar que la fruta se eche a perder.
Tras plantar las plántulas, alterne el riego con la fertilización. Los minerales deben aplicarse solo después de regar las hortalizas.
El proceso de fertilización de las plantas es complejo y se utiliza en diversas etapas del desarrollo de las hortalizas: después de la siembra, durante la floración y el cuajado del fruto. Siguiendo todas las reglas, se pueden obtener excelentes hortalizas en poco tiempo.
Vídeo: "Fertilización de tomates durante la floración"
El vídeo explica cómo y con qué abonar los tomates durante su periodo de floración.









